Mientras que algo es desconocido, no se siente más que curiosidad, pero una vez a bordo, la desesperación y la confusión son importantes viajeros

sábado, 5 de marzo de 2011

Promesa.

El acero se agudizaba con cada caricia, deslumbrando el paisaje otoñal que se alzaba sobre ellos, un gémido que se soldaba a la debil respiración del hombre que la poseía entre sus manos.
Una obligación impuesta por los deseos que le alimentaban de aire, sueños que le perdonaban la vida, pero que no le suministraban el color necesario para parecer un ser con corazón.
Desde hace tiempo su cuerpo pertenecía a aquel lugar donde enterraba sus pies como raices dentro del fango, perdiendo su figura a cambio de la eternidad. Era un sauce, se curvaba hacía la tierra pidiendo un momento más a su sentencia.
La tristeza que le consumía le daba fuerza para continuar esperando a que algo le diese vida.La frágilidad de sus brazos recordaba a la belleza, cadavéricos como las espinas de un pez, podían ser rotos con una sola pulsación. Dependiendo de su entorno la demacración le hacía hermoso...
¿Quién le había transformado? Su ambición que antiguamente se amamantaba de su propio sudor, ahora dejaba caer suspiros indecentes. Terminando su obra a la vez que se aferraba a su espada. Su hombría que siempre se habían comparado como fustas que sus propios brazos gobernaban, se encontraba lantente en la mirada desorientada. Sabía que aquel mundo ya no le pertenecía.
Entonces, mientras la lluvia le hacía hueco en el espacio, música empezó a sonar frente a él. Esperanza al sentir las gotitas por su espalda, quiso levantar la mirada, quiso abrir su boca y saciarse de optimismo. El agua inundaba su garganta, no le hubiese importado morir ahogado, solo quería sentirse vivo en su último instante.
Pero la música de cuerdas que tocaba la dama vestida de color violeta, se hacía más rotunda de el mismo modo que el agua se evaporaba de su piel. Dejándole más desprotegido ante lo imprevisto.
Finalmente, el shamisen dejó que el viento bebiese sus últimas notas y la lluvia desapareció por completo. El lirio recogió los restos de madera entre sus brazos y se lo llevó con ella a la intimidad, dónde ya sería caro data vermibus.
Su katana quedó en el mundo y una joven la recogió. Siempre serás eterno en mi corazón, pensó. Desde entonces la chica sin acordarse , ingenua sobre la promesa que hizo aquel día hace muchos años dejó que el alma del sauce encontrara cobijo en su interior. Apareciendo en sus sueños como dueño de ella...El se convirtió en su deseo y ella en su vida. Inseparables.

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