Mientras que algo es desconocido, no se siente más que curiosidad, pero una vez a bordo, la desesperación y la confusión son importantes viajeros

lunes, 8 de noviembre de 2010

Presentación.

Las mariposas y la simetría.

Lo mejor para presentarme es exponer las cosas me interesan, pero son tantas que no sé por donde empezar.
Así que he decidido hablar sobre un hueso que tenemos todos, el escafoides. Éste hueso hace que me enfrasque en un sin fin de ideas, pero no se como sacarlas.
El escafoides tiene forma de una mariposa. Da la sensación de estar viendo la radiografía de alguna de ellas, si es que tuvieran esqueleto, pero la realidad es que es una parte más de nosotros.
Siendo el sostén de otros mucho huesos de nuestro rostro debe de tener mucha culpa de como es nuestra imagen...o más bien dicho, nuestra simetría.
Como tampoco creo que haya mariposa totalmente simétrica, no existirá un rostro perfecto. Aún así nos empeñamos en pulir nuestras características y mantener una máscara de marfil, pura como la de una muñeca.
Pero lo más impresionante no es que sólo nos de una apariencia, sino que también se encarga de trastocar nuestra psique, haciéndonos víctima de fobias y miedos. Y entonces pienso: ¿Tan unida está la simetría con los pensamientos?
La locura se deja ver más en rostros poco terminados, o quizá incomprendidos, como sus pensamientos. Pero siempre estará la excepción. ¿ Quién soportaria la perfección del escafoides y del magnifico engranaje de todos los trozos de su tez?


Así que para terminar la primera entrada, dejo un trocito de lo que he leído este fin de semana.

-¡Qué triste resulta! -murmuró Dorian Gray, los ojos todavía fijos en el retrato-. Me haré viejo, horrible, espantoso. Pero este cuadro siempre será joven. Nunca dejará atrás este día de junio... ¡Si fuese al revés! ¡Si yo me conservase siempre joven y el retrato envejeciera! Daría..., ¡daría cualquier cosa por eso! ¡Daría el alma!
-No creo que te gustara mucho esa solución, Basil -exclamó lord Henry, riendo-. Sería bastante inclemente con tu obra.
-Me opondría con la mayor energía posible, Harry -dijo Hallward.
Dorian Gray se volvió para mirarlo.
-Estoy seguro de que lo harías. Tu arte te importa más que los amigos. Para ti no soy más que una figurilla de bronce. Ni siquiera eso, me atrevería a decir.
El pintor se lo quedó mirando, asombrado. Dorian no hablaba nunca así. ¿Qué había sucedido? Parecía muy enfadado. Tenía el rostro encendido y le ardían las mejillas.
-Sí -continuó el joven-: para ti soy menos que tu Hermes de marfil o tu fauno de plata. Ésos te gustarán siempre. ¿Hasta cuándo te gustaré yo? Hasta que me salga la primera arruga. Ahora ya sé que cuando se pierde la belleza, mucha o poca, se pierde todo. Tu cuadro me lo ha enseñado. Lord Henry Wotton tiene razón. La juventud es lo único que merece la pena. Cuando descubra que envejezco, me mataré.
Hallward palideció y le tomó la mano.
-¡Dorian! ¡Dorian! -exclamó-, no hables así. Nunca he tenido un amigo como tú, ni tendré nunca otro. No me digas que sientes celos de las cosas materiales. ¡Tú estás por encima de todas ellas!
-Tengo celos de todo aquello cuya belleza no muere. Tengo celos de mi retrato. ¿Por qué ha de conservar lo que yo voy a perder? Cada momento que pasa me quita algo para dárselo a él. ¡Ah, si fuese al revés! ¡Si el cuadro pudiera cambiar y ser yo siempre como ahora! ¿Para qué lo has pintado? Se burlará de mí algún día, ¡se burlará despiadadamente!

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