Mientras que algo es desconocido, no se siente más que curiosidad, pero una vez a bordo, la desesperación y la confusión son importantes viajeros

jueves, 24 de noviembre de 2011

El pabellón carmesí.







Cubriéndose con los cabellos de la luna
sus labios aún parecían mas rojos
y sus pestañas, arañas.
Peinando los mechones de plata
cada beso sangraba
antojándose una mariposa,
que en cada soplo, escapaba.
Sus dedos articulaba la luz
a veces, volviéndola muda
ahogándola con la sombra de sus manos.
El destello, se disfrazaba de funambulista
que caminaba formando círculos
por el contorno de la bailarina.
El equilibrio se perdía,
al igual que la música terminaba
y los pies del astro resbalaban.

Daba paso al alba,
que engullendo a la desfallecida luna
convertía a la habitación antes pálida
en un escenario del crimen.
Finalmente, cayendo a la red
la araña devoraba las alas de la mariposa
tiñendo mis mejillas, haciendo  en mis entrañas
un pabellón carmesí.
Allí estalla tu nombre...
y con el, mi vida concluye.

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